La habitación de Pacino

Pintura gótica florentina

Pintura gótica florentina

La última sección de la planta baja de la Galería está dedicada a la pintura gótica florentina y se divide en tres salas: una presenta obras del siglo XIII y principios del XIV, otra de artistas giottescos y la tercera de Orcagna con sus hermanos. Sala tras sala, estos espectaculares retablos dorados proceden de grandes iglesias y conventos florentinos cerrados desde hace mucho tiempo. Los brillantes colores de las recientes restauraciones saludan desde el otro lado de la sala a algunos de los temas más populares en el siglo XIV cuando acogían a peregrinos o a mercaderes convertidos en mecenas.

El núcleo de las obras más antiguas expuestas en la Galleria dell'Accademia se encuentra en esta primera sala. Aquí abundan las pinturas góticas, todas sobre madera: un crucifijo pintado (típico adorno del altar mayor) de las iglesias, con los habituales polípticos y majestades del mismo estilo que se encuentran en casi todos los altares laterales, junto con santos mártires modelados con fines educativos y devocionales, para ayudar a contar sus historias de fe.

El panel más grande de la sala es una elaborada y encantadora cruz del Árbol de la Vida pintada por Pacino di Bonaguida. Representa el Árbol de la Vida. El cuadro se encontraba inicialmente en un convento de monjas clarisas de Florencia. Según el Apocalipsis, este Árbol denota la Salvación y hace un regalo a la humanidad que se denota por sus frutos junto con sus doce ramas.

Los tondos suspendidos de estas ramas narran los acontecimientos de la vida de Cristo, o más bien su Pasión y su Gloria. En la parte inferior, el árbol está enraizado en el Jardín del Edén, donde se ven escenas del Génesis, que relata la Creación incluyendo las vidas de Adán y Eva. De izquierda a derecha, en las cuatro esquinas de la base, aparecen figuras arrodilladas/sentadas como Moisés, San Francisco, Santa Clara y Juan Evangelista. Encima hay una cúspide que muestra la corte celestial del Cielo; en su centro están Cristo entronizado con la Virgen María -ambos rodeados de ángeles rojos, además de santos y profetas-; entre la cruz y el Cielo, un pelícano se perfora el pecho para alimentar a sus crías con su sangre mientras resuena la salvación de la humanidad a través del sacrificio de Cristo en la cruz por la humanidad. En conjunto, se trata de un ejemplo que revela detalles muy exquisitos destinados a mostrar no sólo la habilidad técnica de Pacino di Buonaguida como pintor, sino también como iluminador, que habría sido muy solicitado cuando se necesitaba realizar este tipo de trabajo

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